Males cardinales sobre los que se estructuran y orientan
todos los demás. Ay, pobre naturaleza humana, es que somos de la
piel del diablo, Porque podríamos hacer todo un convolutum de
miseria y picardía y no terminaríamos en toda la jornada. Y me lo
decía pesaroso y tratando de responder a toda la tragedia que se
cierne actualmente sobre Africa: las matanzas innombrables de
Ruanda, la carnicería de Liberia, las hambrunas inmisericordes, la
impiedad, la tropelía, la soledad, la impotencia.

Pero ¿qué estamos haciendo? ¿quiénes somos? ¿a qué imagen de
Dios nos parecemos?. ¿qué imagen tenemos de Dios? ¿qué nos pasa que
no encontramos salida por ninguna parte después de una experiencia
tan dolorosa crucificada en la esclavitud, en la colonización y en
el rechazo de lo que somos? ¿qué respeto nos tenemos y qué respeto
exigimos de los demás?.
La única imagen que aceptamos es la que se nos exige hoy del
Banco mundial con todas las estadísticas que batimos año tras año
en violencia, corrupción y pobreza y que nos pasan a diario por
las narices. Qué bien sabemos esa página y cuanto nos duele.
Un día, sacando de un atolladero en que se había metido el
coche de un misionero, un joven que había participado en la
operación decía a sus compañeros: llegamos a la independencia,
hicimos la revolución y seguimos empujando al blanco. Se rieron,
pero allí quedó el balance, como si Africa se hubiese adentrado en
un terreno pantanoso del que no se le permite salir.
Porque, no sé si te habrás fijado pero los males del Benin
son los males del hombre, pero especialmente los males de Africa
que se ordenan desde la magia y el regionalismo. Esa sería la
originalidad. En Africa se contabilizan más de 3.000 lenguas con
otras tantas etnias diferentes.
Es la tierra del encanto y de la magia: magia negra, vudú, makumba, fetichismo,
chakatú. Desde estos puntos cardinales se ordena y gira todo un
continente que se destruye a bocados en cuanto pierde el
equilibrio o la paciencia en las noches de plenilunio cuando
los espíritus están ahítos y los tambores han cesado de resonar.
Los valores tradicionales, amor, se han corrompido, se han
dejado corromper y nadie sabe adónde han huido con los vudú, los
espíritus protectores y los manes de los antepasados. Aquí todo el
mundo anda descangayado, los unos dispuestos a jugar su baza y
llenar la copa de sangre y los otros, la inmensa mayoría de la
selva y la sabana, a darla y a servir que es lo que han hecho
siempre por los siglos de los siglos.
Bueno, pues ya llega la democracia con un revoloteo
estridente de pájaros. ¿De dónde viene tanto pájaro?. Más de 80
partidos en un país que casi no es país. Si no cabemos todos.
Diez millones de habitantes ya y ochenta soluciones sin contar el
Fa, espíritu de la adivinación, los morabitos y toda una retahíla
de sectas venidas de fuera o autóctonas que para eso
hay una fértil fecundidad. Una selva virgen frondosa, pletórica y
anárquica.
Ay, espíritus de los antepasados, vais a tener que volver porque
la democracia se nos come el hígado y el corazón y ha puesto a la
venta el vudú y todas nuestras lenguas y etnias enfrentándolas
unas a otras para gobernar a sus anchas. Ha ido repartiendo
papeletas entre todos los sacerdotes antiguos y ya corruptos del
vudú y entre los jefes tradicionales sentados sobre pieles de
toros. Devolvednos la vida que nos quitasteis.
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